Querido Lalo: quiero contarte varios chunches. El primero: tu mamá está bien. Les manda saludes a todos. El segundo: Miguel Tadeo ganó los juegos florales de aquí. Lo acompañé en la premiación. El tercero: ¡vieras cómo anda el país!
Escrito por Francisco Andrés Escobar
Mataron a un periodista. Le han echado la culpa a las maras; pero hay gente que piensa que quizás hubo “mano peluda”. Según dijeron los diarios y la tele, unos mareros lo palmaron. Ellos recibieron orden de otro marero más viejo, que está guiñado en un penal. Lo hicieron porque, supuestamente, pasaba información de las maras a los cuerpos de seguridad. Pero aquí empiezan las preguntas de la gente: ¿Había descubierto el periodista la tela de araña que hay entre las maras, los narcos y gente platuda del país, y pensaba publicar algo? ¿Lo mandarían a matar por miedo a que levantara cobijas? ¡A saber!
El otro caso es el ya largo misterio de la niña a la que, se dice, violó y asesinó el abuelo. Según alguna gente, y esto lo oí en la Plaza Cívica, hay preguntas pendientes: ¿Dónde durmió el papá de la niña, la noche de los hechos? ¿Con quién durmió? ¿Qué relación tiene la muerte de la muchachita con las birrionderas del tata? ¡¡Te harías las cruces si oyeras lo que se dice!! Un político de derecha dijo el domingo en un diario: “La gente siempre se forma una idea más o menos correcta sobre los hechos”. Aunque él se refería a otro caso, a mí me recordó aquello del río que suena y las piedras.
Y va un tercer brete. Varios taxistas se han hecho fanáticos religiosos y andan oyendo himnos y prédicas. ¡Lo aturden a uno! El otro día fui a la capital a firmar sobrevivencia al Seguro, y cuando le reclamé al taxista porque llevaba el sermón de un pastor a todo volumen, me quiso dejar a media calle. No me bajé. La pregunta es: ¿por qué esa onda fanática? En la Plaza Cívica –¡allí sí que se oyen cosas!– oí decir que varios, que ya empiezan a estar viejones, cuando la guerra hicieron carambada y media: o eran escuadroneros, o eran pone dedo, o iban a sacar a la gente de sus casas y la desaparecían, o... en fin. Quizás hoy, cuando la culpa no los deja en paz, esos que tenían malvivir andan viendo a ver cómo aplacan la conciencia.
Y de último: la gente, además de lo caro de la electricidad y de hay que pagar uso de postes, alambres, cables, tiene que pagar otro precio: la mochazón de árboles. Por cuidar el tendido eléctrico, que si se revienta se repara en horas, aquí les ha dado por botar o mochar los pobres palos, que tardan años en crecer. ¡Y todo para proteger intereses de compañías privadas! No hay derecho. ¡¡Nos están robando la salud y la vida!!
Hijo: no te aburro más. Escribime.
PD. Ya eligieron fiscal general. Ojalá tenga huevos para entrarle con todo a “respetables” delincuentes y delincuentas de este país. ¡Y se me olvidaba: así como en Honduras ha habido Goriletti, aquí podría haber Goriliani. El “príncipe de la paz” amenazó con poner a arder el país si se sigue quitando a los que el otro gobierno dejó aplomados en plazas supuestamente intocables!
***
Don Sofonías Pereira pinchó “enviar”. Quizás mañana, su hijo Eulalio respondería el mensaje desde el Norte lejano.
El otro caso es el ya largo misterio de la niña a la que, se dice, violó y asesinó el abuelo. Según alguna gente, y esto lo oí en la Plaza Cívica, hay preguntas pendientes: ¿Dónde durmió el papá de la niña, la noche de los hechos? ¿Con quién durmió? ¿Qué relación tiene la muerte de la muchachita con las birrionderas del tata? ¡¡Te harías las cruces si oyeras lo que se dice!! Un político de derecha dijo el domingo en un diario: “La gente siempre se forma una idea más o menos correcta sobre los hechos”. Aunque él se refería a otro caso, a mí me recordó aquello del río que suena y las piedras.
Y va un tercer brete. Varios taxistas se han hecho fanáticos religiosos y andan oyendo himnos y prédicas. ¡Lo aturden a uno! El otro día fui a la capital a firmar sobrevivencia al Seguro, y cuando le reclamé al taxista porque llevaba el sermón de un pastor a todo volumen, me quiso dejar a media calle. No me bajé. La pregunta es: ¿por qué esa onda fanática? En la Plaza Cívica –¡allí sí que se oyen cosas!– oí decir que varios, que ya empiezan a estar viejones, cuando la guerra hicieron carambada y media: o eran escuadroneros, o eran pone dedo, o iban a sacar a la gente de sus casas y la desaparecían, o... en fin. Quizás hoy, cuando la culpa no los deja en paz, esos que tenían malvivir andan viendo a ver cómo aplacan la conciencia.
Y de último: la gente, además de lo caro de la electricidad y de hay que pagar uso de postes, alambres, cables, tiene que pagar otro precio: la mochazón de árboles. Por cuidar el tendido eléctrico, que si se revienta se repara en horas, aquí les ha dado por botar o mochar los pobres palos, que tardan años en crecer. ¡Y todo para proteger intereses de compañías privadas! No hay derecho. ¡¡Nos están robando la salud y la vida!!
Hijo: no te aburro más. Escribime.
PD. Ya eligieron fiscal general. Ojalá tenga huevos para entrarle con todo a “respetables” delincuentes y delincuentas de este país. ¡Y se me olvidaba: así como en Honduras ha habido Goriletti, aquí podría haber Goriliani. El “príncipe de la paz” amenazó con poner a arder el país si se sigue quitando a los que el otro gobierno dejó aplomados en plazas supuestamente intocables!
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Don Sofonías Pereira pinchó “enviar”. Quizás mañana, su hijo Eulalio respondería el mensaje desde el Norte lejano.
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