miércoles, 1 de abril de 2009

El P. Max regresa a su Pueblo.

Por: Geraldinae Ramírez.
Fila para ver el cuerpo en el féretro.

Féretro.

Capilla ardiente.

Interior de la Iglesia.

Nuestra gente tomando café, en las afueras de la Iglesia.

Eran casi las seis de la tarde cuándo aparecía el féretro de nuestro amado y respetado padre Max, como de costumbre se nos hizo llamarle, allí estaba gran parte de la población esperando por él.

Y no podía faltar la presencia de los estudiantes de los diferentes centros escolares con la inquietud de verlo, allí estábamos los sampedranos esperando por la persona que nos enseñó la fé y el amor a Dios, todos ansiosos de verle, aunque sea por ultima vez llegar, con el corazón y las lágrimas todos desgarraban su mirada al que en muchas veces nos sirvió y alimentó con el poder de sus palabras, mientras pasaban los minutos alguien leía una pequeña porción de una letanía y más haya todos se preguntaban por qué te llevaste señor a tu pastor, a nuestro guía y consejero…

Sin dejar pasar aquellos difíciles minutos la gente no desaprovechaba oportunidad para fotografiar y para filmar aquel momento que se llevará siempre en nuestros corazones…

En las puertas, de la gran mayoría de habitantes, podías notar el pesar plasmado en la decoración más abstracta que nadie querría para su hogar, pero allí se mostraba el sentir de los Sampedranos… Mientras se recorría en una procesión la gente dejaba su vergüenza y hacía correr las lágrimas en sus rostros, y encomendando en una canto se llegó a la iglesia en donde iniciaríamos el acto más inolvidable… he allí una multitud haciendo fila para observarlo y mirarlo por última vez , he allí la gente recorriendo las calles de todos lados de la ciudad y no podía faltar el visitante o el extranjero arrojando condolencias por doquier … y de los habitantes que decir, todos afuera y dentro de la iglesia tomando el cafecito amargo para bajar el dolor que embarga nuestra alma y el tamalito que sin no más a dudas estaba con un sabor único, único por que sería el alimento para que se nos vayan las lagrimas y nos mantuviésemos despiertos, y así transcurría la noche, en dónde no existió la religión, sino sólo el dolor que ahora embarga nuestro corazón, y más aun aquellos cantos con música de moda que en hacía que la gente no llorara si no que se mantuviesen despiertos, aunque si lugar a dudas afuera no faltaba aquella señora que llorara por nuestro pastor… Pero ni el clima o la noche hacían que nuestros paisanos se fueran a dormir, niños/as, jóvenes, ancianos…

Así siguió la noche hasta que me tuve que retirar…

El ambiente en las calles principales.

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