martes, 7 de abril de 2009

Carta a la selección de fútbol

Por: Dagoberto Gutiérrez

Como no conozco los nombres de todos ustedes, pero como necesito platicar con ustedes, uso el nombre oficial y, aunque es cierto que éste no expresa todo el ánimo, el sudor, el miedo, la energía y la esperanza de ustedes, resulta largo oficial y casi estatal y útil para referirse.

La juventud de todos ustedes no siempre ha expresado una sicología joven, porque esta, la sicología resulta ser, a mi juicio, la clave para enfrentar a cualquier rival, y ustedes, muchachos vigorosos, alegres, sanos, buenos, y correlones deben saber que en estos momentos de crisis que vivimos, los débiles y empobrecidos como nosotros podemos superar a los fuertes, confiados y atenidos a los que casi nunca hemos derrotado.

El fútbol me ha interesado siempre aunque me desagrada actualmente su destrucción como deporte y su nacimiento como espectáculo. Sin embargo su peso político al convocar a miles y miles de personas resulta incontrastable y esto quiere decir, queridos seleccionados que ustedes, consiente o inconscientemente, son parte del juego de poderes que estremece a toda sociedad humana.

Estos poderes se desequilibran en la cancha y aunque no ocurre todos los días, porque el más fuerte vence al débil sí ocurrió cuando ustedes derrotaron a los Estados Unidos.

En este memorable partido desaparecieron las fronteras y ustedes , los más chiquitos, bailaron, majearon y se divirtieron con esos gringos en crisis y con diarrea que no sabían que hacer con los once muchachos habilidosos, desconfiados, seguros y dueños de la cancha que ese día memorable le metieron dos goles, es cierto que ellos empataron y también que aprovecharon momentos de confusión en las porterías, pero los dos goles de ustedes fueron fabricados con inteligencia y en el que pega primero pega dos veces.

Ese partido mostró, como lo ha de enseñar el profesor De los Cobos, que la clave reside en la armonía entre la fuerza, la habilidad, la picardía y la sicología. Esta sicología es la clave, porque vos debes de saber cual es el punto débil de tu adversario y cual es el punto fuerte y debes saber además cuales son tus debilidades y tus fortalezas y nunca, pero nunca de los nunca y jamás de los jamases, debes sentirte menos frente a nadie.

Los gringos con los que jugaste ese día están en crisis y no saben para donde van y eso lo viste vos en la cancha y aprendiste ese día que todo fuerte tiene su débil y es allí donde hay que golpear, el grande no sobrevive en los cataclismos y así pasó con los dinosaurios, los débiles al fin ganaron y la clave querido futbolista, es la picardía en la cancha unida a la fuerza , esta te ayuda a aprovechar el terreno y a usar las normas a tu favor, a fingir cuando es necesario, a ganar o perder tiempo, la habilidad se fundamenta en tu juventud y tu imaginación y Don Carlos, tu sabio entrenador, te esta enseñando muchas cosas útiles a partir de tu energía inagotable. Esta técnica no puede ignorar todos los frijoles y el maíz que nos nutren, todas las tortillas y las pupusas que nos ilusionan, pero ha de construir la fuerza necesaria para correr 90 minutos, meter goles, bailar al enemigo amenazar su portería y para jugar bonito, todo esto requiere fuerza porque el deporte puede ser espectáculo y este el segundo es el que llena los estadios y debe asegurarte a vos jugador un salario digno.

Vos como jugador, por muy joven que seas, sos un trabajador y construís y vendes ilusiones y las miles de gente que llegan a verte jugar en el estadio se imaginan que lo que vos haces lo están haciendo ellos, y además, como es un deporte de fuerza y agresión también piensan que están abriendo la puerta agresiva que puede haber en el ser humano, en este sentido vos sos una especie de paradigma para miles de gentes, y sin embargo tu vida deportiva es fugaz y para que dure útilmente, tu vida personal debe ser organizada , disciplinada y correcta de modo de aprovechar tus minutos de vida en la cancha en beneficio de tus largas horas de vida en la vida real.

Esta relación entre el deporte y el espectáculo te convierte en una pieza de mercado porque sos una especie de obrero que al producir ilusiones trabaja una mercancía especial que se vende en los estadios, esta es el sueño de la victoria frente al azar. Es la ilusión de que todo se puede y aunque se fracase sucesivamente, como ha ocurrido con la selección, la idea de que algún día cambiara esto sigue alimentando el corazón del aficionado.

Vos sabes muy bien que se trata de vencer o ser vencido porque participar o competir carece de valor en si mismo y es un medio para vencer o ganar, y cuando el país es pobre, pero atrasado y mal alimentado, la clave de los resultados esta en la subjetividad de los muchachos como ustedes, que saben convertir los sueños de la gente en energía propia, las ambiciones en goles y las fortalezas en resultados palpables.

Tu sicología es la clave y tus piernas te trasladan ahorcajadas de tu voluntad, tu corazón es el de los miles de aficionados; pero en la cancha estas solo vos y el equipo y todo tu trabajo político consiste en jugar bonito, en darte al ciento en cada jugada, en meter los goles necesarios y en exigir el salario que te mereces.

En realidad no sos una fábrica de victorias sino de esperanzas, porque vos sabes muy bien que se gana o se pierde en estas cosas, pero debes siempre construir la esperanza de que a la próxima vas a ganar o no vas a perder, esta es la historia que se escribe en cada partido, y por lo demás tu tiempo al ser corto debe ser intenso y al ser intenso debe ser apasionante y apasionado y como todo esto se atribuye a la juventud y como esta es pasajera vos debes de saber querido jugador que la pelota el marco, la portería y la cancha son pasajeras, pero vos y solo vos sos permanente.

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